El amor que tanto soñé

En algún momento de mi vida soñé que te encontraba. Nadie nos miraba, porque nadie existía ahí. Pero nosotros sí. Soñé que había alguien que me amaba sin importarle el concepto extraño que tengo de mi misma, alguien que se reía de mis chistes mas imbeciles, alguien que me iba a esperar hasta el último segundo de mi vida, alguien que me amaría aun cuando yo llegara a detestarlo, alguien que fuera capaz de dar su vida por mí, alguien capaz de anteponer su felicidad por la mía, alguien que me perdonara y olvidara todas mis ofensas y caprichos, alguien que me amara cuando soy inmadura, inteligente, detallista, solitaria, callada, anticuada, insegura, cambiante, bonita, fea, vieja o infantil... 

Soñé con un amor que aguantara todo, que fuera a prueba de balas, a prueba de mi misma. Soñé un romance eterno, protagonizado por nosotros dos; lleno de poemas, bailes, besos, y detalles pequeñitos. Soñé con alguien que hiciera vivo el concepto del amor, de ese amor que es paciente, bondadoso, que todo lo cree, todo lo sufre, todo lo espera y todo lo soporta. Soñé con alguien que no se cansara de amarme ni de conquistarme; alguien que no le importe cuan compleja o complicada pueda llegar a ser, porque eso no es un impedimento; alguien que me conozca mejor que yo. Soñé con la persona ideal, con un amor tan real, tan genuino, tan poco común, que en verdad es difícil de creer que sea real. 

Pero desperté, me di cuenta de que no soñaba, que nunca ha sido solo mi imaginación  y que siempre has estado aquí, a causa de mi y aun a costa mía.  Me cuesta creer que sigues aquí. Me cuesta creer que tu amor no cesa ni cambia, que sigue intacto, como el primer día. Te encontré desde que me creaste, y aún así me ha costado tanto entender, dejar de temer. Pero esta noche estoy aquí, con solo fe en mi maleta, diciendote que no me queda nada, solo creer... Creer que eres tu; el amor que tanto busqué, que tanto espere; y quien más podría ser sino solo tú: mi amado y único JESÚS, el verdadero amor de mi vida.